PLANIFICARSE Y PRIORIZAR, ¿PARA QUÉ?

lunes, 11 de enero de 2016



 
Imagínate un día normal de trabajo con mucho estrés en que no has parado de hacer cosas, una tras otra: Llegas  a la oficina, un compañero te hace un comentario sobre cualquier tema y sirve como excusa para hablar en el pasillo durante diez minutos, cuando llegas a tu despacho te entretienes leyendo el correo electrónico, entonces un compañero te dice si tienes un minuto para tratar un tema, cuando te deja, al cabo de 25 minutos, no sabes qué estabas haciendo. ¡Ah si¡ estaba leyendo el e-mail, continúas donde estabas. De repente suena tu móvil ¡madre mía¡ es ese cliente tan pesado con el que te habías comprometido a pasarle ayer un presupuesto. Contestas a su llamada y te comprometes a enviarle el presupuesto hoy, antes de comer, sin falta. Te pones con el presupuesto rápidamente y, cuando llevas diez minutos trabajando en ello y parece que has cogido concentración, alguien toca en tu puerta. Es Ricardo tu compañero del departamento de compras, te propone tomar un café; miras tu reloj y piensas que te puedes tomar un café rápido y luego continuas con el presupuesto. Así lo haces pero el café dura 20 minutos. Cuando regresas a tu mesa, retomas el presupuesto. Cuando más concentrado estabas suena un aviso de Outlook, en cinco minutos comienza una reunión de seguimiento del presupuesto comercial (como todavía no habías mirado hoy la agenda, ni te acordabas) y no has preparado los datos que tienes que exponer sobre tu departamento. Rápidamente  recuperas los e-mail donde te enviaron tus subordinados los informes y tratas de imprimir rápidamente la información. Lees los datos por el pasillo de camino a la sala de reuniones. Llegas 10 minutos tarde y… Así hasta el final del día en que, tras trabajar (deambular por la oficina) te llevas a casa unos documentos para leerlos y redactar un e-mail.

Imagínate que fueras el protagonista de esta historia, es probable que hasta te veas reflejado en alguna de las circunstancias que se relatan. El problema del protagonista es evidente: padece una falta absoluta de planificación y priorización, no tiene FOCO. Su día es una constante improvisación, saltando de una tarea a otra sin mayor evaluación de su prioridad que los sentimientos momentáneos frente a situaciones que se van produciendo a lo largo del día. Esta persona se comporta de manera reactiva. 

Las personas que actúan de esta manera se sienten presionadas, las situaciones les sobrepasan, no disfrutan de lo que hacen, se sienten infelices y su productividad es bastante mejorable. Y esta situación seguirá así  mientras no aprenda a planificarse y a priorizar de forma constructiva e imponga el orden y la eficacia en su trabajo diario.
Por tanto, Planificarse y priorizar  ¿para qué?....pues para mejorar mis resultados, tener sensación de control y logro, disfrutar de lo que hago y tener mejor calidad de vida. ¿Vale la pena esforzarse para ello?

El paso clave  para salir de esta situación es disponer de un sistema de objetivos definidos, escritos y unas herramientas y técnicas que te permitan llevarlos a la acción en el día a día. Si quieres,  hablamos sobre ello el próximo 19 de enero de 2016 en AJE Región de Murcia.

 
Un artículo de Javier Arnal.