“¿Cuántos
de vosotros sois creativos?” Esta es la pregunta con la que suelo empezar mis
talleres, e invariablemente los brazos que se levantan son pocos, no importa si
estoy ante emprendedores, maestros, amas de casa o estudiantes universitarios.
El caso es que todo el mundo reconoce que de pequeño lo era,
pero que poco a poco, la sociedad, la educación, etc. acabaron con esa
creatividad. Y lo dicen resignados, como si fuera algo perdido que ya no se
puede recuperar y que sólo los más afortunados han sabido cuidar y mantener.
Como decía una famosa canción “Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré…”
Sin
embargo, si concibes la creatividad como un estilo de vida, como una forma de
plantearte lo que te rodea, como un hábito a adquirir y mantener, la cosa
cambia. En ese instante ya no puedes justificarte a ti mismo tus pocas ideas
creativas por el hecho de no poseer la capacidad para generarlas. Pasa a ser
responsabilidad tuya cambiar las cosas, trabajar para desarrollar tu lado
creativo.
Sí,
sí, estamos de acuerdo en que hay personas que lo tienen más fácil, que tienen
predisposición y a poco que hagan obtienen resultados extraordinarios. Y luego
estamos los demás, los que dependiendo de para qué y en contadas ocasiones podemos
tener una buena idea.
Yo
comparo este tema con los gimnasios. Evidentemente hay personas que tienen una
base genética que les facilita el tener cuerpos envidiables solo con algo de
esfuerzo, seguro que a más de dos se nos viene la imagen de alguien así a la
cabeza. Pero todos tenemos el mismo número de músculos, están ahí aunque a
veces lo dudemos, y si nos esforzamos por desarrollarlos, más allá de los dos
meses de la operación biquini, conseguiremos buenos resultados. Solo
necesitaremos alguien que nos enseñe como hacerlo, mucha constancia y unas
metas con las que nos identifiquemos.
Pues
bien, a mi entender “la creatividad es un músculo que puede ejercitarse” y para
ello necesitamos unas cuantas cosas: saber cómo funciona, qué la potencia y qué
la inhibe, cual es nuestro perfil creativo, trabajar para incorporarla poco a
poco a nuestra vida de forma natural y sobre todo, sobre todo, creer en
nosotros, en nuestro yo creativo que seguro está deseando que lo
re-descubramos.