Mucho mas que tenis

miércoles, 16 de julio de 2008

Lean este interesante artículo de Alvarez de Mon publicado en Expansión si les gusta el tenis, el deporte, la lucha, la empresa, ...


“En mitad del caos, su habilidad para mantenerse relajado y centrado en lo que está haciendo es sorprendente. Le encanta estar en el ojo del huracán. Cuando el resto está fuera de control, él se desliza sobre el parqué, sin esfuerzo, envuelto en un manto de silencio.” Jackson habla de Michael Jordan, del que Larry Bird dijo, después de un partido memorable, que ese día había visto a Dios en la cancha.
Si cambiamos de tiempo, escenario y deporte, el párrafo podría perfectamente describir a Nadal. Todavía impresionado por su portentosa exhibición, escribo este decálogo de la excelencia.

1. Talento, condición necesaria pero no suficiente. Nadal no es el jugador de más talento del circuito, no sólo el increíble don de Federer le supera, pero tiene una facilidad y un instinto naturales. Su meteórica adaptación a la hierba es una prueba palpable.
2. Una disposición envidiable para el aprendizaje. Ya hace dos años avisó. Yo, particularmente incrédulo, dado su juego liftado y en el fondo de la pista,no daba crédito. El año pasado, le tuvo a punto de caramelo. “Uno no crece saliendo de sus carriles”, recuerda Guardini. En lugar de inventarse el jugador que no es, su entrenador explota sus fortalezas –sigue con un top-spin que desquicia a los rivales–, mientras mejora su saque y revés.
3. Un físico prodigioso, consecuencia de una naturaleza generosa y de una disciplina espartana. Los entrenamientos rezuman intensidad, son un derroche tremendo de energía. Después, viene el descanso reparador, hay que rellenar un depósito vacío de gasolina.
4.Un entorno familiar estable y seguro le protege de la fama, y le ayuda a seguir siendo un chaval majo. Dos padres orgullosos, su tío-entrenador, su manager, el resto del equipo… Detrás de un gran campeón, siempre hay una compañía inteligente y buena.
5. Una preparación exhaustiva del partido, una estrategia preparada al milímetro, le facilita leerlo y reinterpretarlo mientras avanza. El físico trabaja al servicio de una mente espabilada que ha recorrido todos los rincones de la pista, que ha “anticipado y contestado” todos los golpes del contrario. Cuanto más planifica, mejor administra la sorpresa.
6. Respeta, estudia y admira la competencia, en su caso un suizo genial y elegante. Sin su estímulo, es imposible alcanzar
la cima. Hay aficionados que lamentan que haya coincidido con Federer. Discrepo, el mejor Nadal se lo debemos
a Federer, y a la inversa.
7. Una alucinante fortaleza mental. La cabeza de Nadal es su músculo mejor entrenado. Una ventaja de 2 sets a 0 anulada, 2 match-ball desperdiciados, 2 interrupciones por lluvia. ¿Lo fácil?, jurar en arameo, maldecir su mala suerte y pensar que la gloria de Wimbledon le está vedada. Él sigue pensando en positivo. Esto explica su deslumbrante gestión del error. En lugar de rumiar sus penas, parece que se inspira en sus equivocaciones para salir fortalecido. Dice Gallwey. “Innner Game es el partido que se juega en lamente del jugador. Se juega contra obstáculos como lapsus de concentración, nerviosismo, dudas sobre uno mismo, auto-sabotaje… en resumen, se juega para superar los viejos hábitos de la mente que inhiben o bloquean la excelencia del jugador. En ese partido interior, Nadal es imbatible, que se lo pregunten a Federer.
8. Su capacidad de concentración, de parar el tiempo es diferencial. Hay toda una liturgia de gestos y hábitos diseñada
para aislarlo de la presión exterior y calmar su inevitable actividad mental. Gana partidos de cinco horas porque sólo
juega el tanto que se trae entre manos. Punto a punto, segundo a segundo, culmina su maratoniana gesta.
9. Especialmente dotado para estirar su umbral de dolor, para sufrir en la pista, todavía disfruta como un niño. Le encanta
el tenis y se nota en su mirada, en su hambre de títulos. Otros se sacian enseguida, éste tiene un apetito voraz.
10. En una sociedad carente de referentes ejemplares, Nadal representa valores –constancia, humildad, paciencia,
deportividad, coraje, optimismo…– muy queridos. ¿Se imagina este país con la mentalidad de Nadal en la empresa, la
sanidad, la universidad, ¡milagros!, hasta en la política? La crisis –cierta, real como la vida misma– sería un mero partido de
entrenamiento.
Gracias campeón, y enhorabuena. A ver si se nos contagia tu carácter.